Sea un “Administrador de la Providencia”

Paso 1

Jesús dice en Mateo 6,24: “Ningún hombre puede servir a dos patrones”. El autor estadounidense Mark Twain discutió una vez con un Mormón sobre la poligamia. El Mormón desafío a Twain: “Muéstrame en la Biblia donde Jesús diga que un hombre no puede tener dos esposas”. “Eso es fácil”, contestó Mark Twain, “Jesús dijo, Ningún hombre puede servir a dos amos”.

Mark Twain tiene la razón. Podemos servir solamente a un amo. Es Dios, o es alguien, o algo más. Nuestra meta es de adorar a Dios Todopoderoso.

En el Salmo 39,5 leemos, “Señor, haz que conozca mi fin y cuál es el largo de mis días, para que sepa lo frágil que soy”. ¿Al final de mi vida, mis cuentas bancarias e inversiones significarán algo para mi? Nadie que se está muriendo en el hospital está pensando en el dinero. Están pensando en su relación con Dios, y en las personas que están alrededor de su cama. La realidad de la eternidad se debe mantener enfrente y al centro. Del punto de vista de la eternidad, la decisión financiera más importante que usted puede hacer es de reconocer que todo lo que tiene viene de Dios y que él tiene soberanía sobre todas las cosas. En Deuteronomio 10:14 Moisés dice, “Mira!” a Yavé tu DIOS, pertenecen los cielos visibles e invisibles, la tierra y cuanto hay en ella”.

En otras palabras, somos corresponsables de una riqueza que no es nuestra. ¿Cuantas veces paramos, mientras estamos enfrente de toda una pared de televisores de pantalla grande en una tienda, y pensamos: quien realmente es dueño de todo esto? ¿Y comprando esto me hará feliz en los próximo 30 años? ¿Traerá felicidad a mi esposa e hijos? ¿Dios quiere que compre esto? Cuando abrazamos el papel de administradores, nuestra actitud hacia el dinero, personas y Dios, cambia.

El Catecismo de la Iglesia Católica nos dice:

“El hombre, al servirse de esos bienes, debe considerar las cosas externas que posee legítimamente no sólo como suyas, sino también como comunes, en el sentido de que puedan aprovechar no sólo a él, sino también a los demás” (GS 69, 1). La propiedad de un bien hace de su dueño un administrador de la providencia para hacerlo fructificar y comunicar sus beneficios a otros, ante todo a sus próximos». (#2404)

Este «administrador de la providencia» es un discípulo corresponsable.

Sigue a paso 2. O, se puede regresar al resumen breve de los siete pasos.

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