Obra de misericordia espiritual – Enseñar al que no sabe

Las obras de misericordia son acciones caritativas mediante las cuales ayudamos nuestro prójimo en sus necesidades corporales y espirituales. Tienen su fundamento en el mandamiento de amor: Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo. Con las obras de misericordia espirituales vamos a ver la relación entre el amor a Dios y al prójimo.

La palabra “misericordia” sigifica miser=miseria, desdichado; cordia=corazón.
Misericordia significa sentir con el otro sus miserias y necesidades y, como consecuencia de ese compasión (sentir con), una ayuda, da auxilio en forma concreta. Es decir, las acciones van con las palabras.

Las obras de misericordia espirituales son: dar consejo al que lo necesita; enseñar al que no sabe; corregir al que yerra; perdonar las ofensas; consolar al triste; soportar con paciencia a las personas molestas; rogar a Dios por los vivos y los muertos. Esta lista de las Obras de Misericordia Espirituales la ha tomado la Iglesia de otros textos que están a lo largo de la Biblia y de enseñanzas y actitudes de Cristo: el perdón, la corrección fraterna, el consuelo, soportar el sufrimiento, etc.

El domingo pasado miramos a la primera: dar consejo al que lo necesita. Aquí es bueno destacar que el consejo debe ser ofrecido, no forzado. Y la mayoría de las veces es preferible esperar que el consejo sea requerido. Uno de los dones del Espíritu Santo es el don de consejo. Por ello, quien pretende dar un buen consejo debe estar en sintonia con Dios, ya que no se trata de dar opiniones personales, sino de aconsejar bien al necesitado de guía. Por lo tanto, nuestras palabras como nuestro actuar serán un constante aconsejar a los que lo necesitan.

Enseñar al que no sabe

¿Entiendes lo que estás leyendo?” (Hechos 8, 30), le dice Felipe al funcionario que está leyendo al profeta Isaías. Y éste responde: “¿Y cómo voy a entenderlo si nadie me guía?” (Hechos 8,31).

Consiste en enseñar al ignorante sobre temas religiosos o sobre cualquier otra cosa de utilidad. Esta enseñanza puede ser a través de escritos o de palabra, por cualquier medio de comunicación o directamente. Pero es más importante enseñarles a realizar por ellos mismos aquello que no sabe. Por ello, puede enseñarle a orar, a perdonar, a perdonarse, a compartir, a entender, etc.

Para poner en práctica esta segunda obra espiritual, se sugiere que tenga la valentía de ayudar a alguien que no sabe pensar por sí mismo, ser responsable, que tiene miedo a tomar decisiones, que tiene dificultades de discernir, tiene dudas en cuanto a su fe, Dios, Jesús, o cualquier otra cosa.