Obras de Misericordia Corporal: Dar a Comer y Dar a Beber

1) Dar a comer al hambriento. 2) Dar a beber al sediento

Estas dos primeras obras de misericordia corporales se complementen y se refieren a la ayuda que podemos dar o procurar en alimento o en dinero a los necesitados, a aquellos que no tienen lo indispensable para poder comer cada día. Los bienes que poseemos también nos vienen de Dios y debemos responder a Dios por éstos y por el uso que le hayamos dado.

Dios nos exigirá de acuerdo a lo que nos ha dado: “Parábola de los Talentos, (Mateo 25, 14-30). Por cierto, no es por casualidad, que viene contado en el Evangelio de San Magteo, justamente antes de la escena del Juicio Final, donde Jesús habla de las Obras de Misericordia: “Lo que hacen a los más insignificantes de la vida, me hacen a mí”.

San Lucas agrega: “El que tenga dos túnicas que las repartee con el que no tiene: el que tenga para comer que haga lo mismo” (Lc 3,11). Y en Lc 12, 48, Jesús dice: “A quien mucho se le da, mucho se le exigirá”.

Podemos dar de lo que nos sobra. Esto está bien. Pero podemos dar de lo que no nos sobra. Por supuesto, el Señor ve lo último con los mejores ojos. Recordemos a la pobre viuda que dio para el Templo las últimas dos moneditas que le quedaba. No es una parábola, sino un hecho real que nos relata Jesús. Cuando vio lo que daban unos y otros, hizo notar esto: “Todos dan a Dios de lo que les sobra. Ella, en cambio, dio todo lo que tenía para vivir” (Lc 21, 1-4)

Esta viuda recuerda otra historia del Antiguo Testamento sobre la viuda de Sarepta, en tiempos del profeta Elías. Ella alimentó a profeta Elías con lo último que quedaba para comer ella con su hijo, en un tiempo de una hambruna terrible. Y ¿qué sucedió? Que no se le agotó ni la harina ni el aceite con que preparó el pan para Elías. (Ver 1 Reyes 17, 7-16)

A veces no sabemos a quien alimentamos. Abraham recibió a tres hombres que era mada menos que la Santísima Trinidad (algunos piensan que son tres ángeles), los cuales le anunciaron el nacimiento de su hijo Isaac en menos de us n año (Ver Génesis 19, 1-21). Y a pesar de la risa de Sara, así fue.

Sobre el dar de beber al sediento, la mejor historia de la Biblia es la de la Samaritana a quien Jesús le pide de beber. (Ver Juan 4, 1-25.

Unos ejemplos de dar al hambriento y al sediento:

  1. Traer alimentos no perecibles a la oficina parroquial o a la Misa dominical
  2. Ofrecer tu tiempo para trabajar en el comedor parroquial
  3. Participar con el Grupo EPE que va a la Vega el primer viernes de cada mes para dar al hambriento y al sediento
  4. Atender a los hambrientos y sedientos en tu comuna o tu barrio