
Otro nombre para esta obra de misericordia corporal es “Dar posada al necesitado” o «al forastero”.
En la antigüedad, el dar posada a los viajeros era un asunto de vida o muerte, por lo complicado y arriesgado de las travesías. No es el caso hoy en día. Pero aún así, podría tocarnos recibir a alguien en nuestra casa, no por pura hospitalidad de amistad o familia, sino por alguna verdadera necesidad. Y no sabemos a quién ayudamos. Algunos han ayudado a Ángeles bajo formas humanas. Es lo que pasó con Abraham y su sobrino Lot. Tres personas aparecieron un día a la entrada de la carpa de Abraham pidiendo comida. Abraham les sirvió aunque en el momento no sabía quien eran. En su carta a los Hebreos, san Pablo recuerda: “No dejen de practicar la hospitalidad, pues algunos dieron alojamiento a Ángeles sin saberlo”. (Hebreos 13, 2).
En el Evangelio según san Mateo, Jesús dice: “Fui forastero y me hospedaron”. De ser forastero ha marcado toda la historia de Israel. En efecto, el huésped que pasa y pide el techo que le falta recuerda a Israel su condición pasada de forastero y extranjero de paso sobre la tierra, tal como dice el siguiente texto:
“El emigrante que reside entre ustedes será para ustedes como un compatriota: lo amarás como a ti mismo, porque emigrante fuisre en Egipto (Lev 19, 34).
Este forastero tiene necesidad de ser acogido y tratado con amor, en mombre del Dios que lo ama. Cualquier gesto de acogida del forastero es una manifestación concreta de la práctica de un amor no fingido, de la hospitalidad.
Hay muchos emigrantes en nuestro barrio parroquial. Una manera de acogerlos es saludar y darles la bienvenida a Chile. Los preguntamos si necesitan ayuda. Cuando nos visitan acá en la parroquia, extendemos la mano para acogerlos. Les damos la bienvenida.
La hospitalidad se practica acá en la parroquia siempre. Extendemos la mano a todos. Les ofrecemos un lugar donde sentarse. Los invitamos a participar en las actividades de la parroquia para que se sientan en casa. Todos somos hijos e hijas de Dios. Por lo tanto, el trato a todos es igual – con cariño, respeto, dignidad.
Véase también: Pastoral de Mobilidad Humana