Lectura orante del evangelio de este domingo

Mateo 18,15-20

1. Oración Inicial: Una persona de la comunidad puede hacer una invocación al Espíritu Santo orando por cada persona que está ahí, pidiendo su luz y su inspiración para tener apertura y docilidad a su Palabra. AMÉN. Cantar «Espíritu Santo Ven, Ven».

2. Lectura: ¿Qué dice el texto?

a. Introducción: Organizando las palabras de Jesús en cinco grandes sermones o discursos, el Evangelio de Mateo imita los cinco libros del Pentateuco y presenta la Buena Nueva del Reino como una Nueva Ley. El texto de hoy nos enfrenta con la Nueva Ley que instruye sobre la corrección fraterna dentro de la comunidad y el tratamiento que hay que dar a aquéllos que se excluyen de la vida comunitaria. Abramos nuestros corazones a escuchar la Palabra de Dios.

b. Leer el texto: Mateo 18,15-20: Hacer una lectura atenta, pausada y reflexiva. Tratar de descubrir el mensaje de fe que el evangelista quiso transmitir a su comunidad. Leerlo una segunda vez.

c. Un momento de silencio orante: Hacemos un tiempo de silencio, para que la palabra de Dios pueda penetrar en nuestros corazones. Terminar cantando: «Tu Palabra me Da Vida».

d. ¿Qué dice el texto?

1) Cada persona lee el versículo o parte del texto que le impresionó más.
2) ¿Qué consejos da Jesús frente a una persona que ha faltado contra su condición de discípulo(a) de Jesús? Describe cada paso. ¿Cuál es el objetivo de la corrección fraterna?
3) ¿Qué debe suceder con una persona que no escucha siquiera el consejo de la comunidad?
4) ¿A quienes se les da la facultad de atar o desatar; la capacidad de decidir en cuestiones disciplinarias?
5) ¿Qué actitud debe existir cuando se deben tomar estas decisiones o cuando un hermano(a) se aparta de la comunidad? ¿Qué asegura Jesús a los discípulos que se reúnen a orar?
6) ¿Cuál es el motivo de la certeza de ser escuchado?

3. Meditación: ¿Qué nos dice el texto hoy a nuestra vida? No es necesario responder a cada pregunta. Seleccionar las más significativas para el grupo. Lo importante es conocer y profundizar el texto, reflexionarlo y descubrir su sentido para nuestra vida.

a) ¿Cómo se vive la corrección fraterna en nuestra comunidad? ¿Seguimos los consejos de Jesús?
b) ¿Por qué nos cuesta practicar la corrección fraterna?
c) ¿Cómo podemos evitar las críticas destructivas, chismes y murmuraciones para poder ayudarnos mutuamente y ser una verdadera comunidad cristiana?
d) ¿De qué manera nos preocupamos por las personas que se alejan de la comunidad? ¿Qué hace la comunidad después en relación con ellas? ¿Qué nos falta hacer?
e) ¿Cuál es nuestra reacción cuando los demás nos corrigen? ¿Aceptamos la corrección fraterna?
f) «Donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos». ¿Qué significado tiene para nosotros(as)?
g) ¿Cuál es el mensaje del texto para nuestra vida hoy y qué podemos hacer en concreto para que se haga realidad?

4. Oración: ¿Qué le decimos a Dios después de escuchar y meditar su Palabra? Ponemos en forma de oración todo aquello que hemos reflexionado sobre el Evangelio y sobre nuestra vida. «Gracias, Señor, por estar presente en medio de nosotros».

5. Contemplar el rostro de Dios encontrado en el texto, volver la mirada al mundo y comprometernos con el Reino de Dios y su justicia: Compromiso: ¿A qué nos compromete saber que Jesús está en medio de nosotros? Llevamos una «palabra». Puede ser un versículo o una frase del texto. Tratar de tenerla en cuenta y buscar un momento cada día para recordarla y tener un tiempo de oración donde volver a conversarla con el Señor.

6. Oración final: Gracias, Señor, por estar en medio de nosotros. Nos acompañas siempre. Nos ayudas a superar los conflictos y las dificultades. Enséñanos a vivir la corrección fraterna, a aceptar al otro, a buscar su bien. Muéstranos el camino del diálogo, la concordia y la comunión. Padre Nuestro, que estás en el cielo… AMÉN.

Para Las Personas Que Quieran Profundizar Más

1. Querido(a) Animador(a): Sugerimos seguir la siguiente pauta al iniciar cada encuentro:
Compartir sobre lo que le pasó a la gente en su diario vivir durante la semana.
¿Cómo he experimentado a Jesús en lo que he vivido? ¿Qué ha hecho Cristo en mi vida?
¿Qué he hecho esta semana para extender el Reino de Dios?

2. Contexto: El procedimiento que se describe en texto de hoy no es un proceso disciplinar, sino una aplicación de la parábola de la oveja perdida (18,10-14). Se trata de un hermano(a) que se ha separado de la comunidad, y hay que emplear todos los recursos para hacer que vuelva. Esta búsqueda debe hacerse con respeto y amor: primero en privado, para no ponerle en evidencia ante la comunidad. Si no hace caso, hay que mostrarle su falta en presencia de algunos testigos, como mandaba la ley de Moisés, que para muchos miembros de aquella comunidad tenía gran autoridad (véase Lv 19,17-18; Dt 19,15; y 1Cor. 5,1-8, donde puede encontrarse un procedimiento similar). Finalmente, y como último recurso, habrá que reunir a la comunidad, la cual, en caso de obstinación, tendrá que reconocer dolorosamente la situación en que esta persona se ha colocado a sí misma, se excluye de la convivencia comunitaria. Entonces, el hermano(a) que no ha querido reconciliarse será como un extraño para la comunidad.

3. La comunidad como espacio alternativo de solidaridad y de fraternidad: Hoy, la sociedad neo-liberal, marcada por el consumismo, es dura y sin corazón. No es en ella fuerte la acogida de los pobres, de los extranjeros, de los prófugos. El dinero no acompaña a la misericordia. También la sociedad del Imperio Romano era dura y sin corazón, sin espacio para los pequeños. Ellos buscaban un refugio para su corazón, sin encontrarlo. Incluso las sinagogas eran exigentes y no ofrecían para ellos un lugar de reposo. En las comunidades cristianas, había personas que querían introducir el rigor de los fariseos en la observancia de la ley. Llevaban al centro de la convivencia fraterna los mismos criterios injustos de la sociedad y de la sinagoga. Y así, empiezan a surgir las mismas divisiones de la sociedad y de la sinagoga entre judíos y no judíos, ricos y pobres, dominantes y sometidos, palabra y silencio, hombre y mujer, raza y religión. Y en lugar de hacer de la comunidad un espacio de acogida, ésta se convertía en lugar de condenación. Recordando las palabras de Jesús en el Discurso de la Comunidad, Mateo quiere iluminar el camino de los cristianos, de modo que la comunidad se convierta en un espacio alternativo de solidaridad y de fraternidad. Debe ser una Buena Noticia para los pobres.

4. La decisión tomada en la tierra es aceptada en el cielo (18,18): En Mateo 16,19, el poder de «atar y desatar» se le da a Pedro. Ahora, en este texto, el poder de perdonar se le da a la comunidad. Es en la comunidad donde tiene todo sentido el perdón de los pecados. Aquí aparece la importancia de la reconciliación y la enorme responsabilidad de la comunidad en su modo de tratar a sus miembros. Eso exige dar oportunidades, ofrecer a los que se han equivocado e incluso ofendido a la comunidad, la oportunidad nueva de integrarse solidaria y fraternalmente en ella. No excomulga a la persona, sino sencillamente ratifica la exclusión que la persona misma había tomado públicamente saliendo de la comunidad.

5. La oración en común por el hermano que sale de la comunidad (18,19): Esta exclusión no significa que la persona sea abandonada a su propia suerte. ¡Al contrario! Puede estar separada de la comunidad, pero no estará separada de Dios. Por esto, si la conversación en la comunidad no da ningún resultado y si la persona no quiere ya integrarse en la vida de la comunidad, la comunidad debe comportarse como el Padre de la parábola del Hijo Pródigo. Debe seguir teniendo en el corazón al hermano y rogar por él, de modo que cambie de idea y vuelva a la comunidad. Jesús garantiza que el Padre escuchará. La oración común enriquece sobremanera nuestra oración personal. Eso no excluye la necesidad de que tengamos experiencias de perdón y de oración personales, pero hay más sentido cuando todo ello se integra en la comunidad. La religión enriquece la dimensión social de la persona humana. Sin duda que estos aspectos tienen otros matices e interpretaciones, pero la dimensión comunitaria es la más rica en consecuencias.

6. La presencia de Jesús en la comunidad (18,20): El motivo de la certeza de ser escuchado es la promesa de Jesús: «Allí donde dos o tres están reunidos en mi nombre, estoy yo en medio de ellos». Jesús dice que Él es el centro, el eje de la comunidad, y como tal, junto a la comunidad ora al Padre, para que conceda el don del retorno al hermano que se ha excluido.

7. Exigencias de la fraternidad: La fraternidad lleva a estar atentos ante los errores de otro, nos toca ponerlo en guardia. Estamos, sin duda, ante un asunto delicado y de difícil manejo. Pero es un vigoroso recuerdo de los requerimientos necesarios para pertenecer auténtica y responsablemente a la comunidad cristiana. Por ejemplo, quienes en el mundo de hoy son, de una manera u otra, cómplices, o incluso autores, de la situación de pobreza y de muerte de tantos y que al mismo tiempo se pretenden cristianos, deben ser llamados al orden por la comunidad de discípulos(as) de Aquel que proclamó el Reino de vida a toda la humanidad y en especial a los más necesitados y oprimidos. De no hacerlo la comunidad se aleja de lo que pide el Señor y cae en la tibieza y la mediocridad.

Preparado por P. Gerardo Barmasse, C.S.C. Se encuentra el artículo original aquí: http://guionessanmateo.blogspot.com/2013/01/33-mateo-1815-20.html