En la Biblia es Abraham quien es considerado como el padre de la fe, y es venerado en el judaísmo, el islam y el cristianismo. La palabra «fe» es un componente importante de recordar, ya que significa la confianza en Dios, ser capaz de confiar en quien es confiable. Abraham confió en la garantía de Dios de que sus hijos se convertirían en una gran nación. La promesa se hizo en un momento en que él y su esposa, Sara, eran personas mayores y sin hijos. Y sin embargo, Abraham creyó que Dios podía hacer lo que se le predijo. Se fue hacia adelante en la confianza de que Dios podría lograr, a través de él, un beneficio para todo el mundo.

San José es un padre ejemplar en la Biblia. Se casó con María, a pesar de las circunstancias inusuales de su embarazo. Se atrevió porque confiaba en que Dios estaba obrando a través de ella y él. Él era un hombre justo que se atrevió a asumir los roles del marido y padre adoptivo. Y como refugiados en peligro, después del nacimiento de Jesús en Belén, está claro que él protegió a su familia por ir más allá de lo que era conocido para encontrar un refugio seguro. Podemos aprender mucho acerca de la paternidad en el ejemplo de San José.
Otro padre que captura la imaginación es un hombre llamado Jairo. Leemos acerca de él en los evangelios de San Marcos, San Mateo y San Lucas. Él era un hombre de importancia, cuya hija se estaba muriendo y él se acercó a Jesús, cayó a sus pies y le rogó a Jesús para ayudar a su hija. Las acciones de Jairo revelaron su carácter. Confiaba en que Dios podía ayudar y no importaba que si tenía riqueza y prestigio o no. Se humilló a sí mismo por el bien de su hija.

Un padre bíblico muy impresionante es el que tuvo dos hijos, uno de los cuales se extravió. Esto es, por supuesto, la historia contada por Jesús del hijo pródigo. El padre de la parábola enseña a sus dos hijos lecciones poderosas del amor: el que se extravió quien descubrió que el amor de su padre es constante, incluso cuando se había escapado de el, y el otro que se esforzó por comprender tal amor extravagante en la tensión entre los fracasos de su hermano y de su propia fidelidad. El padre de la parábola, como Dios, nunca renunció a ninguno de sus hijos.
En el Día del Padre, este 15 de junio, recordemos que se nos ha dado una herencia de la dedicación y la fidelidad de los padres que encontramos en la Biblia y de los padres que ejemplifican las mejores cualidades de la crianza de los hijos.